Por qué el Miércoles de Ceniza es Importante

Por Caryn Rivadeneira

Este año el miércoles de ceniza representa un pequeño problema: es también el sexto cumpleaños de mi hijo. Así que, de alguna manera, tenemos que encontrar un modo de cumplir con la imposición de la cruz de ceniza después de la cena de cumpleaños (luego de divertirnos y festejar ¡iremos al culto solemne!) ¡Dos  eventos que para nada se pueden relacionar! Y, de alguna forma, también tenemos que ingeniarnos alguna manera de combinar la celebración del cumpleaños de mi hijo en un día designado para mantener su atención en su muerte eventual. ¡Salud por eso!

Pero por supuesto que, aún si el miércoles de ceniza no fuera el día del cumpleaños de mi hijo en esta ocasión, de todas formas representaría un problema. Siempre lo es. Si hasta ahora el crudo invierno todavía no te ha maltratado, el Miércoles de Ceniza—el cual se centra en nuestra morbosidad y depravación—está obligado a hacerlo. Muchos de nosotros no necesitamos una fiesta de cumpleaños que nos tiente a faltar a este desconcertante primer día de una desconcertante temporada de Cuaresma que seguirá hasta llegar a la más feliz de las celebraciones. Después de todo, la Pascua está por llegar ¿no es cierto?

Pero hay una muy buena razón para no faltar al miércoles de ceniza y todo su pesimismo y dificultad, aunque pueda ser tentador. Incluso en un cumpleaños – tal vez, especialmente en uno–. Porque por más maravilloso y alegre que yo quiera hacer el cumpleaños de mi hijo, y por mucho que yo quiera que él sepa que estamos encantados de que naciera en este mundo y que vale la pena celebrarlo, también quiero que sepa que tomar tiempo para ponernos una marca como signo de nuestro dolor, nuestro pecado y nuestro sufrimiento no es una mala forma de terminar un cumpleaños. Es de hecho, un grandioso regalo.

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No creo que él sepa apreciar y entender todo esto, no a la edad de 6 años. De hecho para muchos de nosotros que somos más grandes, todavía es difícil atravesar por este oscuro día o comprender por qué es importante.

Pero en su momento, todos comprendemos.  Todos crecemos para entender que así como las maravillas de la vida son inflar algunos globos y comer pastel, también lo es destacar las dificultades que afrontamos. Especialmente si queremos vivir una vida de fe que valga la pena celebrar.

Esta es la razón de ser del miércoles de ceniza. Por supuesto que no todos nosotros nos sentimos con ánimo para ir a la iglesia el miércoles y escuchar que somos polvo y que al polvo regresaremos.

Y no a todos nos gusta pasar mucho tiempo en comunidad reconociendo nuestro pecado o nuestra vergüenza o nuestro sufrimiento, o nuestra dolor.  Y todavía más duro es reconocer que el miércoles de ceniza nos recuerda que todas estas cosas son el eje central de nuestra fe.

Este año mi iglesia junto con muchas otras, invitó a la gente a vivir el primer día de la Cuaresma con un tiempo de música, una silente oración y la imposición de la ceniza en el Culto del Miércoles de Ceniza y así ofrecer la esperanza de que este tiempo de adoración nos ayudará a caminar más cerca de Jesús en la Cuaresma y el tiempo de la Pascua.  “Con esto ofrecemos el recordatorio de que las cenizas son símbolo de nuestro arrepentimiento y nuestro deseo de regresar a Dios; las cenizas denotan nuestra solidaridad con Jesús y con su camino hacia la cruz y después a la tumba, por último, el símbolo de la cruz de ceniza es la firma de Cristo en nosotros, es la señal de que le pertenecemos a él”.

Sí, las cenizas anuncian nuestra comprensión de la propia mortalidad y nuestra necesidad de arrepentimiento, pero al mismo tiempo proclaman nuestra solidaridad con Jesús. Ellas declaran nuestra fe en un Dios que no solo nos limpia de pecado sino que toma la ofrenda de nuestros corazones quebrantados y nuestros miedos y los convierte en esperanza y promesa.

Todo esto capturado en una mancha, una mancha en mi frente provocada por la cruz de ceniza que sirve como símbolo de la paradoja más conmovedora de nuestra fe: Dios trayendo vida del pecado y del sufrimiento. Significa que Él hizo esto con cada paso de Jesús rumbo a la cruz y que lo hace con nosotros, con cada carga y cada paso titubeante que damos en esta vida.

En el miércoles de Ceniza y durante la Cuaresma, somos invitados a tomarnos un tiempo para mirar nuestros errores y nuestros pesares, nuestros anhelos y nuestras pérdidas, y ofrecerlo todo a Dios, quien no solo los acepta, sino que además los transforma.

Después de todo, al enviar a su hijo a sufrir con y por nosotros, Dios declaró que nuestra desesperación y nuestra esperanza, nuestro pecado y nuestra salvación, nuestro sufrimiento y nuestra celebración estaban entrelazados. Él declaró que a través de cada una de estas cosas podemos alcanzar la otra. Es a través de la confesión que alcanzamos el perdón y es a través del lamento que podemos ser sanados. El miércoles de ceniza nos ofrece la oportunidad de pasar de un lado a otro–de manera pública y en comunidad.

Y es a través de todo esto—la mancha de la cruz de ceniza en nuestras frentes—que al final celebramos la paradoja más conmovedora de nuestra fe: Dios dibuja nuestra esperanza y nuestra vida—la cruz—justo a través de nuestro pecado y nuestro sufrimiento—las cenizas—.

Al final, es este día de pena y dolor el que nos conduce a la más grandiosa razón para celebrar.

Publicado originalmente en: Relevant Magazine

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