Escrito por el Dr. Clark Armstrong
¿Orar por los misioneros hace alguna diferencia?
Siempre hay testimonios que respaldan en alguna manera dinámica o dramática que, ciertamente, la oración sí hace la diferencia. Pero hoy quiero testificar que también hace una diferencia continua y diaria. Las personas que más nos apoyan en oración son los padres de Connie, mi esposa. Pero Hannah Babin, la pequeña niña en esta foto tenía seis años cuando vinimos a su iglesia en Baton Rouge durante la gira misionera en abril 2014 y ahora ella tiene 10 años. Ella y su madre, Heidi, nos dijeron que ella iba a orar cada día por nosotros y ella ha mantenido fielmente su promesa.
Mientras reflexionamos sobre el año pasado, estamos asombrados de que ni Connie ni yo hemos tenido que visitar al doctor más que para chequeos de rutina. Tampoco hemos estado realmente enfermos. Tenemos 60 años y esto es inusual entre nuestros contemporáneos.
Hemos manejado (bueno, Connie es la conductora designada) en el peor tráfico del mundo en Manila, Filipinas sin ningún choque o incidente. Hemos encontrado cada templo o ubicación a donde necesitamos ir durante este tiempo, en lugares que no tienen direcciones y donde, consecuentemente, el GPS es casi inútil.
Un día de abril tuvimos un tiempo realmente difícil, y estábamos cansados, agobiados y sobrecargados. Siempre sabemos que Dios tiene a los papás de Connie, y a muchos otros a quienes tal vez no conocemos por nombre, orando por nosotros cada día. Pero esa noche le dije a Connie que no perdiera la esperanza porque una niña de 10 años en Luisiana está orando por nosotros hoy.
Si Dios puede levantar a una jovencita como ella que nos apoya en oración, debemos animarnos porque Él nunca nos deja o nos abandona. ¿Cómo es que Él podría fallar a las oraciones de una jovencita sincera? Nuestros corazones fueron fortalecidos, y procedí como profesor para corregir la tesis que se tenía que terminar para la mañana. Yo terminé a las 5am y me levanté a las 7am para vivir otro día lleno de ministerio. Estoy convencido de que ese estudiante se graduó ese año por las oraciones de Hannah.
No he llegado a otra conclusión, solo a que las oraciones diarias nos han estado sosteniendo. Gracias, mamá y papá, Hannah y la familia Babin, y a todos quienes nos apoyan en oración. Todo lo que ha sido logrado a través de nuestras vidas este año para Cristo y su reino, ha sido posible y es igual al mérito de sus oraciones edificantes. ¡A Dios sea la gloria! ¡Somos un equipo y no podríamos hacerlo sin todos ustedes!
–El Dr. Clark Armstrong es Profesor en Seminario Teológico Nazareno de la región Asia-Pacífico en Manila, Filipinas.
Tambièn orarê por Uds en mi momento diario con el Sr.