Saber que Dios sigue invitando a la juventud a responder al llamado misionero es motivo de gozo, pero también es asombroso cómo Él puede usar a aquellos a quienes llama. A continuación compartimos tres testimonios de jóvenes voluntarias quienes participaron en Encuentro, realizado en Guatemala y Costa Rica en junio y julio pasado, unevento que impactó la vida de cientos de personas, tanto de las comunidades que fueron ministradas, como la de los voluntarios:
“Durante el tiempo de Encuentro y Proyecto Timoteo, serví como traductora, y uno de los momentos que atesoro en mi corazón fue el día en que salimos a evangelizar, ese tiempo se volvió en una peregrinación de oración por salud. La mayoría de las personas que nos encontrábamos nos pedían oración por sanidad. La más impactante fue una señora que nos encontramos en el camino, ella iba a comprar tortillas, el Pastor César Robleto, de la Iglesia Getsemaní la detuvo y le preguntó si tenía una petición de oración, ella dijo que sí e incluso nos invitó a su casa. Ella nos pidió orar por su hija quien tenía cáncer. Nos indicó la dirección de su casa y nos dijo que la esperáramos, pero como se hacía tarde decidimos ir a su casa. Preguntamos por la muchacha, se llama Andrea. Le dijimos que su mamá nos pidió que oráramos por ella, ella se sorprendió, pero también se puso feliz. El momento de oración fue muy hermoso, las lágrimas no se hicieron esperar.
Solo Dios sabía la necesidad, el dolor, la angustia por la que estaban pasando. Después de la oración pudimos notar un rostro lleno de esperanza y de agradecimiento. Nosotros también estábamos agradecidos con Dios por ese momento. Fue un gran privilegio poder orar con ellos. La mamá llegó en medio de la oración. Una de las hermanas de Norte América compartió palabras de ánimo y pudimos sentir cómo el Espíritu Santo se estaba moviendo en ese lugar trayendo paz y tranquilidad. Fue una de las traducciones más difíciles de mi vida al tener que hablar con lágrimas en los ojos, pero también fue de las más hermosas que he podido experimentar.” – Valeria Narváez (Nicaragua)
“Cuando yo era pequeña soñaba con ser una doctora, y por mucho tiempo ese fue mi sueño. Pero luego, como todos los niños, cambié de opinión y decidí que quería ser una maestra. Pero aunque siempre cambiara de opinión sobre lo que quería ser cuando creciera, yo estaba segura de que, en cualquiera que fuera mi trabajo, yo quería ayudar a las personas. Cuando quería ser una doctora no me imaginaba siendo solo una doctora, me imaginaba siendo doctora en una montaña ayudando a personas de bajos recursos. Cuando quería ser una maestra no me imaginaba siendo solo una maestra, me imaginaba siendo una maestra a los niños que más lo necesitaran. Y hace un tiempo Dios empezó a inquietar mi corazón con la idea de ser una misionera. Pero yo lo ignoraba, porque me daba miedo.
Mis papás son misioneros y eso significa que yo sé lo difícil que es mudarse de país, mudarse de casa, cambiar de colegio y tener que hacer nuevos amigos, y por eso cada vez que pensaba en la idea de ser una misionera me daba mucho miedo, pero empecé a orar (que es lo mejor que podemos hacer cuando tenemos miedo). Oré por mucho tiempo y en estas dos semanas de servir en Encuentro, Dios respondió a mis oraciones y me habló por medio de los testimonios, de las prédicas e incluso por medio de canciones. En estas semanas me confirmó lo que yo ya sabía. Así que decidí aceptar el llamado que Dios me estaba haciendo y decidí dejar de tener miedo.” – Andrea Salazar (Guatemala)
“Durante la primera semana de Encuentro y Timoteo, serví en la Iglesia del Nazareno Nueva Visión, junto con un grupo de Kentucky, gran parte de nuestro trabajo fue Escuela Bíblica Infantil, en la cual ministramos a 70 niños aproximadamente. En uno de nuestros devocionales alguien dijo que las historias conectan a las personas, es importante conocer la historia para tener una apreciación más completa de los otros, claro, no para juzgarlos sino para entenderlos. Justo eso me pasó con algunos de los niños, inquietos, imposible de mantenerlos en silencio y atentos, mas allá de querer socializar querían llamar la atención de nosotros. Muchos de ellos están siendo criados por sus abuelas porque sus mamás los han abandonado e incluso se han ido para otro país, otros porque sus papás han muerto de una u otra forma.
Durante la semana nosotros hicimos nuestro trabajo, lección bíblica, memorización de versículo, juegos y refrigerios, pero para ser sincera no sentía que estaba causando un gran impacto en la vida emocional de los niños, pero el día de la despedida uno de ellos se me acercó muerto en llanto, muy triste porque ya nos teníamos que ir, me dijo ‘Sos como mi hermana’, esto quebró mi corazón y desee estar más tiempo ahí con él, desee la oportunidad de seguir en su vida porque su necesidad de amor es grande. Oro para que él y todos los niños que ministramos sean abrazados por Jesús, sintiendo su amor y protección.” – Diana González (El Salvador)
Estos testimonios fueron publicados originalmente en: Iglesia del Nazareno Mesoamérica
Deja una respuesta