Por Teanna Sunberg
El día de mañana, alrededor del mundo, muchos seguidores de Cristo harán fila en los altares para ser marcados en su frente o mano con cenizas. Es Miércoles de Ceniza, es el primer día de Cuaresma – esta pesada y, algunas veces, dolorosa peregrinación hacia el quebrantamiento de la cruz que culmina en el milagro de la resurrección. Este viaje comienza mañana con las cenizas.
La tradición dicta que, mientras el creyente se coloca frente al sacerdote o pastor, la señal de la cruz es dibujada y acompañada de las palabras, “Recuerda que tú eres polvo y al polvo volverás.” O, “Arrepiéntete y cree en el Evangelio.”
Es una declaración tan poderosa que, en este día del año, los creyentes en Cristo usan un símbolo externo y visible de su fe. Mientras vamos de compras, trabajamos, y nos desenvolvemos en los espacios públicos de la vida, esta cruz funciona como un filtro de cómo el mundo nos concibe. Las cenizas nos definen ese día.
Las cenizas mismas dan su propio y profundo simbolismo a la historia. Ellas son todo lo que queda de las ramas quemadas de la celebración del Domingo de Ramos del año previo. Pero, el Domingo de Ramos es un capítulo inquietante en nuestra narrativa. ¿Cómo es que la misma gente que alzó esas ramas de palma para dar la bienvenida y celebrar a Jesús estaba alzando sus puños, gritando y pidiendo que lo crucificaran menos de una semana después? ¿Qué clase de debilidad? ¿Qué clase de corazón traicionero? ¿Qué clase de personas?
En verdad, la multitud del Domingo de Ramos nos permite tener un panorama honesto de la realidad de la humanidad – tal vez, incluso, sea el espejo más real de nuestros corazones. Nosotros también queremos a Cristo y no lo queremos. Nuestra naturaleza humana se encuentra en estado de guerra entre aceptar la misericordia de Dios y rechazar su autoridad. Es fácil amar a Dios por lo que Él nos da y es igualmente sencillo enojarnos con Dios cuando no nos da lo que queremos. Las ramas de palma fácilmente dan paso a los puños, a los gritos de rechazo de la gente en aquel Viernes Santo.
Entonces, estamos marcados por las cenizas mañana en el primer día de Cuaresma. Encaminamos nuestros pies hacia la cruz y nos movemos hacia el viernes. Nos marcamos con la ceniza que representa nuestros sueños rotos, nuestros cuerpos físicos quebrantados, nuestra quebrantada relación con la creación de Dios, nuestras relaciones rotas con otros, nuestra quebrantada relación con Dios mismo: la ceniza que define nuestro estado humano. Usamos la ceniza que nos recuerda nuestro pecado. Usamos la ceniza del Domingo de Ramos y proclamamos que creemos.
¿Qué creemos?
Nos atrevemos a creer que la entrada triunfal de Jesús, en el año 30 d.C., es un destello de verdad: Cristo es un poderoso rey y un misericordioso salvador. Nos atrevemos a creer que su entrada triunfal a nuestros corazones es un símbolo seguro de su amor y poder sobre la oscuridad, la muerte y el pecado. Nos atrevemos a creer que, a la puerta de la muerte, cuando nuestros cuerpos regresen al polvo, en una forma milagrosa, entonces seremos nosotros quienes hagamos la entrada triunfal – y caminemos hacia la vida eterna con Cristo. Somos libres.
En este miércoles, esas cenizas nos definen. Le dicen al mundo que reconocemos nuestra necesidad de tener corazones arrepentidos. Nos recuerdan la realidad de nuestra naturaleza caída. Y, ellos hablan de la esperanza – la esperanza de la resurrección, el regalo de la vida y el tesoro que tenemos en Cristo.
Este Miércoles de Ceniza – el primer día de Cuaresma:
Recuerda. Lee Génesis 3.
Arrepiéntete.
Cree.
Este artículo fue publicado originalmente en: TeannaSunberg.com
Y qué nos puede decir sobre estos puntos de vista? Curiosidad genuina.
Haz clic para acceder a Why-I-Dont-Observe-Lent-Paper.pdf
https://heidelblog.net/2017/03/relevance-leads-back-to-rome/
Muchas gracias, Corinna, por inquirir en un espíritu de amor. Sé que este asunto es controversial para algunos cristianos en América Latina y me imagino que quizás otros lugares. No he leído profundamente los documentos que has provisto, pero parece que ellos comparten con honestidad por qué no observan la Cuaresma. Respeto sus decisiones – sin duda el «calendario cristiano» no es obligatorio para la salvación. A la vez, he escrito en este mismo blog en algunas ocasiones sobre por qué nuestra familia sí observa el Adviento, la Cuaresma, etc. Ha sido muy significativo para nosotros en nuestra fe. Y no somos los únicos. Hay millones de evangélicos alrededor del mundo que encuentran este periodo como monumental en su caminar con Cristo. No implica que celebramos exactamente como los católicos. No implica que pensamos que es mandatorio para cada cristiano. Pero decir que observarlo nos llevará a deslizarnos, o diluir nuestra fe o compromiso tampoco es justo. Al contrario, nos ha ayudado a acercarnos a Jesús, amar las Escrituras, y amar a su Iglesia. Gracias siempre por preguntar. Que Dios te bendiga.
Que lamentable. Esto es una tradición puramente católica romana. El pueblo de Dios reconocemos el pasión, sufrimiento y sacrificio de Cristo, pero no caemos en la tradición de guardar un día y mucho menos pintarnos una cruz de ceniza en la frente.
Lamento mucho, mucho esta publicación. Levanto mi voz de protesta desde el Distrito Central de Guatemala.
Desearía más información, sobre este artículo tengo algunas dudas
Con mucho gusto. Quizás otros artículos te pueden ser útiles. Empieza con los siguientes: https://transformaelmundo.com/2019/03/05/cuaresma-regresando-a-estar-en-contacto-con-nuestras-almas/ y https://transformaelmundo.com/2018/02/12/una-mirada-a-cuaresma/.