Por: Hugo Lucero
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:19-20)
Sin duda hemos escuchado en repetidas ocasiones esta cita bíblica, sin embargo, no importa cuántas veces lo hayamos leído o escuchado, lo que importa es cuantas veces lo hemos puesto en práctica. La Gran Comisión siempre nos reta a ir más allá de lo que estamos acostumbrados a hacer.
Cabe mencionar que Dios a través de su Palabra también nos elogia diciendo: “¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!”. Qué profundo, ¿no? Si retrocedemos en la lectura, Romanos 10:14 dice: ¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga?
Concentrémonos en la segunda interrogante del pasaje anterior: ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? Esta pregunta pareciera muy fácil de contestar y a lo mejor podemos decir: ¡Ah, pues es muy fácil, nos acercamos a una persona y se lo decimos y listo! O incluso podemos seguir planificando campañas y otras actividades evangelísticas en nuestras iglesias para poder responder y resolver cualquier duda. Sin embargo, cuestionémonos y reflexionemos un poco más. ¿Cómo alcanzamos a los que no pueden oír?
El mundo que no escucha, no porque no quiera sino porque no puede.
Según la Federación Mundial de Sordos, existen aproximadamente 70 millones de personas sordas en todo el mundo.
Aún más sorprendente es que aunque alrededor del mundo hay mas de 300 tipos de lenguaje de señas, la única palabra o frase que se repite en su mayoría de los lenguajes es: ¡Cristo te ama! ¡¿No es asombroso?! Pueden existir cientos de idiomas y expresiones, pero solo hay un mensaje que el mundo necesita saber: Cristo nos ama a ti y a mí.
Hoy tenemos en nuestras manos la repuesta a la última pregunta de Romanos 10:14. El mundo necesita de ti, y Dios desea usarte para que seas la voz de aquellos que no la tienen, que sean tus manos el sonido del evangelio.
El Señor Jesús dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
Hoy te invito a que tomes el reto. Recuerda que el mayor lenguaje con el que puedes demostrar el amor es sin dudar el que demuestras sin decir ninguna palabra.
Usa tus manos para bendecir aquellos que no pueden oír, usa tus pies para encaminar aquellos que no lo pueden hacer, pero sobre todo honra al Señor tu Dios con tu vida, haciendo discípulos en todas las naciones y en todas las formas en que lo puedas hacer.
¡Dios no te pone altos, te da fuerza para que venzas al mundo entero en su nombre!
*Hugo Lucero es el Coordinador del Movimiento de Justicia para la JNI de Mesoamérica.
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