Por: Sydney Armstrong
Recuerdo que hace unos 8 años mi familia estaba hospedando a un equipo de trabajo que visitaba la República Dominicana desde los Estados Unidos. Me senté frente a un hombre mayor pero al lado de mi padre, con la esperanza de no tener que mantener una conversación. Y es que las preguntas para los niños misioneros son siempre las mismas. Si este hombre tuviera curiosidad, tenía las respuestas ensayadas y listas en mi cabeza. Sin embargo, hubo un momento en que se volvió hacia mí a mitad de la comida y me hizo una pregunta en la que no había pensado antes: «Así que, ¿dónde está tu hogar?»
No tuve una respuesta de inmediato. “¿Podría tener un segundo para pensarlo?” Le pregunté.
Vivir en una casa no la convierte en un hogar. Lo sé porque he vivido en 9 de ellas en 4 países. Un hogar no son las paredes; es un sentimiento, pensé.
Algunos dicen: «El hogar es donde está tu corazón», pero he dejado mi corazón en tantos lugares…
He hecho amigos en la República Dominicana que espero que me duren toda la vida, y también he conocido mentores que me nutren en mi vida espiritual y académica aquí. En Panamá, se me presentaron muchas oportunidades para experimentar con las actividades que ahora amo hacer, y a partir de entonces retomé mi pasatiempo de edición de video, el cual practico desde hace 10 años. En Costa Rica aprendí sobre la valentía, la honestidad y la moral. Puedo ser quien soy y defender mis creencias gracias a las lecciones aprendidas en ese país. Y la comida de la Ciudad de Guatemala será querida en mi corazón mientras viva. Hasta el día de hoy, los frijoles negros refritos en el desayuno son un alimento reconfortante para mí.
¿Lo estoy haciendo demasiado difícil? ¿A este hombre realmente le importa? ¿Está mi casa en donde está mi perro?
Todos estos pensamientos pasaron por mi cabeza al mismo tiempo. Miré a ese hombre directamente a los ojos y le respondí: «No sé».
Y se rió. «¿Estás sin hogar?»
¿Le pareció divertido que no pudiera encontrar un lugar al que llamar «hogar»? ¿Es gracioso que no pueda hacerlo incluso ahora? Me sentí muy mal por mi respuesta. Incluso si hubiera cambiado su pregunta a «¿Dónde te ha gustado más vivir?» él no obtendría una respuesta decente de mí, porque he amado muchos sitios en todo el mundo. Cada lugar, cada pueblo y cada cultura son tan maravillosamente diferentes que me parece injusto enfrentarlos entre sí. Todos ellos son mi hogar.
Mis raíces son más profundas que las pilas de bloques de cemento. Cada “hogar” que he tenido está tejido en mí como si fuera una colcha de parches. Soy un trabajo en progreso. Tengo mucha suerte de poder sentir que mi hogar podrían ser varios lugares, varias personas y varios sentimientos a la vez, y llevaré mi kit de costura y mi colcha para agregar los nuevos parches a medida que los descubra.
* Sydney Armstrong es una chica misionera que vive en la República Dominicana.
Deja una respuesta