Segunda parte de la entrada anterior, escrita por Ed Stetzer y traducido por Ariadna Romero.
Entonces, no es que los hermanos como John MacArthur y Thabiti estén equivocados en todo lo que han dicho sobre la cultura, sino que están usando los términos “cultura” y “adaptarse a la cultura” de una manera errada. O al menos debieran hacerlo de una forma diferente a como todo el mundo lo hace. Como expliqué en la primera parte de la serie, la “cultura” es significativa en la comunidad cristiana. (Es algo relacionado con la postmodernidad, crear nuestro propio significado en lugar de usar el término en la forma comúnmente aceptada).
Ahora, teniendo en mente que un enunciado o dos no son teología, -pero los comentarios sobre la adaptación, la cultura, y “ser absolutamente distinto” tiene una falta de matiz que es esencial en esta discusión- y que tal matiz habría sido muy útil en las audiencias en donde se dieron a conocer aquellos mensajes por primera vez.
Es imposible ser completamente distinto de la cultura en la cual vives. Todo el mundo se conecta e interactúa con la cultura no-cristiana que los rodea. Cuando hablamos de “adaptarse a la cultura”, simplemente nos estamos refiriendo a que uno necesita interactuar con la gente, las ideas, creencias, costumbres, valores, etc. intencional, cuidadosa y bíblicamente. Hasta aquí, creo que todos estamos de acuerdo. Pero esto significa que no podemos hacer discípulos y trabajar nuestra “preocupación pastoral” si no nos adaptamos a la cultura.
Recientemente me enteré que Burk Parsons tuiteó este pensamiento cuando dijo: “Cada creyente se adapta a la cultura. Y no es cuestión de si lo hacemos o no, sino de cómo y a qué grado nos comprometemos efectivamente”. Y tiene razón.
Sé que hay algunos que se adaptan descuidadamente a la cultura, sin un enfoque bíblico para llevar a cabo la Gran Comisión, pero no es eso lo que lo que argumentan o practican la mayoría de los que tienen algo que decir en esta conversación. Por ejemplo, si buscas en google “adaptación cultural” (cultural engagement) la primera referencia que aparecerá será una publicación de Joe Thorn. El autor comparte la perspectiva de que, a causa de la misión de la iglesia y las realidades del bien y del mal en la cultura, debemos rechazar ciertos aspectos de la misma, pero también recibir algunos de sus aspectos, mientras hacemos que el evangelio trabaje para ver a Dios en Cristo redimir a los perdidos, así como a los componentes dañados de la cultura. Este es un enfoque más equilibrado, estar en el mundo sin ser parte de él. Esta perspectiva reconoce los peligros sobre los que nos advierten los líderes como Thabiti y MacArthur. Joe ofrece: “seis reglas para la adaptación cultural” que pueden mantenernos a salvo. Para adaptarnos a la cultura de una manera efectiva, Joe dice que debemos:
- Estar presentes.
Estar presentes significa ser parte de la comunidad a la que Dios te ha enviado, no solo de la comunidad que Él quiere que ayudes a crear. ¿Conoces a la gente, las cuestiones locales y las luchas, los valores, las prácticas e intereses de tus vecinos?
- Practicar el discernimiento.
No siempre hay que ser el guerrero de la cultura, pero tampoco nos ha llamado Jesús a ser pacifistas espirituales. A veces debemos pelear, a veces tenemos cosas en común, pero siempre debemos buscar una forma de sanar.
- Desarrollar una teología propia.
No puedes adaptarte a la cultura si no eres teólogo… hablar de la cultura del pecado, el evangelio y el carácter de Dios, requiere que por principio de cuentas podamos comprender estas cosas
- Armarse de valor.
Adaptarse a la cultura demanda una gran convicción. Como Jesús y los apóstoles, predicar el evangelio en palabras y en hechos, te llevará a ser favorecido como ayudador, y odiado como mediador.
- Hablar claramente.
Para adaptarse apropiadamente a la cultura, ya sea rechazando lo malo o recibiendo lo que es bueno, debes hablar el lenguaje de la cultura.
La mayor parte del tiempo no solamente te estarás adaptando a las ideas, sino a la gente; personas hechas a la imagen de Dios. No es apropiado proclamar que amamos a nuestros vecinos sin una demostración real de ese amor.
El llamado a contextualizar no es un llamado a comprometerse con el evangelio y el sincretismo, o a vivir irreflexiva e imprudentemente. El llamado a contextualizar y adaptarse a la cultura es simplemente una implicación de ser llamados a predicar el evangelio y hacer discípulos.
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