“Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios,[a] ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios” (Romanos 8:38 NTV).
Debe haber algo en tu mente–un pecado, una mala decisión, el rechazo de alguien, o una prueba en particular–es algo que te hace sentir como si el Padre no te amara o no te pudiera amar. Sin embargo, una vez que crees en Jesús como tu Señor y Salvador, NADA puede separarte de su amor. Ni la gente. Ni las circunstancias. Ni los ángeles, ni los demonios, ni todo el ejército del enemigo. ABSOLUTAMENTE NADA, mis amigos.
El Salmo 34:18 es claro, “El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado.” Así que, cuando te sientes indigno o derrotado, es cuando el Padre está más cerca, empujándote tiernamente para que regreses a Él.
El movimiento más peligroso que puedes hacer es resistir su amor. Así que busca su rostro hoy. Confiesa tus fallas. Pídele que te enseñe. Agradécele por invitarte a volver. Luego alaba su santo nombre y ámalo con todo tu corazón. Disfruta siempre de su amor en su presencia.
*Este mini-devocional fue escrito para la aplicación de la Juventud Nazarena Internacional (JNI) de la Región Mesoamérica. Les animamos a descargar y usar esa app, a través de la cual se estarán compartiendo pensamientos devocionales cortos como éste (escritos por varios líderes).
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