El Arte de Girar

¡La Copa Mundial está aquí! En los últimos ocho años de nuestro blog eso ha significado que hemos resaltado varias naciones y sus culturas, ofreciendo perspectivas acerca del estado de la Iglesia en cada país así como algunas peticiones de oración. Por ejemplo, lean lo que Pamela Alvarado escribió sobre Ghana, o el artículo de Croacia que escribió Mario Josué López.

Este año haremos las cosas un poquito diferentes. De vez en cuando, durante este mes estaremos ofreciendo artículos y algunas veces videos que tienen que ver con distintos aspectos (llamémosle el aspecto “cultural”) de la Copa Mundial. Así que, para comenzar, lean este testimonio escrito por un ex jugador de la Liga Premier a quien Dios llamó al pastorado. El siguiente es un fragmento de un artículo de Christianity Today publicado originalmente en junio 2016.

Por Gavin Peacock

Una habilidad que mi papá me enseñó cuando era niño fue el arte de girar con un balón de fútbol soccer. Yo nunca iba a ser alto, así que él me llevaba a nuestro patio trasero en el sureste de Londres y me enseñaba cómo cambiar direcciones con el balón en mis pies. “¡Los niños grandes no podrán alcanzarte!” decía él. Yo practicaba por horas girar a la derecha y a la izquierda, yendo dentro y fuera de los conos, girando hacia este lado y al otro lado. Mi papá tenía razón: el arte de girar me sirvió mucho. Muchos de los goles que metí en los años venideros fueron resultado de esa lección.

Yo no crecí en un hogar cristiano y nunca escuché la predicación del evangelio. La escuela dominical dio paso al fútbol dominical. La instrucción más bíblica que recibí fue durante las asambleas en la escuela de la Iglesia de Inglaterra, donde asistía. Yo era un niño que quería triunfar intensamente tanto en el salón de clases como en el campo. Mi padre me enseñó el autocontrol necesario, la disciplina y habilidades para tener éxito en la educación y en la arena deportiva profesional.

A los 16 dejé la escuela y firmé un contrato profesional con la Liga Premier de los Queens Park Rangers (QPR). Había logrado la meta–y no estaba realmente feliz. Estaba jugando para el Equipo Juvenil Nacional de Inglaterra, y no pasó mucho tiempo antes de que irrumpiera para ocupar el once inicial en QPR. Pero era un jovencito inseguro en el feroz mundo profesional del deporte. El fútbol era mi dios. Si jugaba bien un sábado me sentía en lo alto, si jugaba mal me sentía decaído. Mi sentido de bienestar dependía completamente de mi desempeño. Pronto me di cuenta que fui hecho para algo más que alcanzar la meta.

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Girando hacia Cristo

Entonces, cuando tuve 18, Dios intervino en mi vida, el primero de dos momentos de giro dramático. Yo estaba todavía luchando por encontrar propósito, así que decidí asistir con una iglesia metodista local un domingo por la tarde. No recuerdo sobre qué predicó el ministro, pero después él me invitó a su casa, donde él y su esposa impartían un estudio bíblico semanal para jóvenes.

Decidí regresar al estudio bíblico la semana siguiente y la próxima, y empecé a escuchar el evangelio por primera vez. Me di cuenta que mi problema más grande no era encontrar desaprobación en una fuerte multitud de 20,000 un sábado; mi problema más grande era mi pecado y la desaprobación del Dios todopoderoso. Me di cuenta que el obstáculo más grande para la felicidad era que el fútbol era rey en lugar de Jesús, quien proveía una justicia perfecta para mí. Comprendí lo que Agustín había expresado muchos años atrás en sus Confesiones: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti.” Con el tiempo, mis ojos fueron abiertos por medio de esa reunión dominical, y mi vida dio un giro, me arrepentí, y creí en el evangelio. MI CORAZÓN TODAVÍA ARDÍA POR EL FÚTBOL, PERO ARDÍA MÁS POR CRISTO.

En los deportes profesionales, los altibajos de la vida son extremos, muy cercanos y muy públicos. El escrutinio es intenso. La madurez cristiana es un proceso lento, pero en el mundo del deporte profesional, tu lenta santificación está a la vista. Tú puedes firmar un contrato lucrativo un día y tu carrera puede terminarse al día siguiente. Aquellos fueron días estremecedores y difíciles, llenos de altibajos, copas finales y promociones, derrotas y descensos. Yo experimenté la gama completa como creyente.

La incertidumbre inunda al jugador profesional de fútbol. En cierto nivel la incertidumbre y el drama estimulan al hombre para jugar al máximo; hasta cierto punto provocan una profunda inseguridad. Yo solía ser esa persona cuando era joven, pero como cristiano ahora le temo más al Señor que a la multitud. El fútbol dejó de ser mi ídolo. 

Girando hacia el Ministerio

Una puerta se abrió después de mi retiro de una carrera de televisión con la BBC, y no pasó mucho tiempo antes de que cubriera programas semanales como Match of the Day, para muchos millones de televidentes en el Reino Unido. Fue un trabajo que encontró su apogeo en la Copa Mundial de 2006. Sin embargo, poco después llegó el segundo giro: el llamado al ministerio pastoral.

Hasta ese punto yo tuve muchas oportunidades para ser un testimonio cristiano como jugador de fútbol y comunicador, pero nunca sentí la urgencia de predicar. Entonces, mientras leía las epístolas pastorales, empecé a sentir un fuerte deseo de buscar el ministerio pastoral. Mi iglesia confirmó mi llamado, y después de un periodo de prueba, sabía que iba a dejar la segunda carrera de mis sueños por el ministerio. En 2008, dejé las costas de Inglaterra. En cuestión de semanas pasé de hablar en TV acerca de David Beckham y Cristiano Ronaldo a escribir ensayos sobre Juan Calvino y Jonathan Edwards.

Hace tantos años mi padre terrenal me enseñó el arte de girar, pero fue mi Padre celestial quien me hizo girar primero hacia Cristo y después a predicar su evangelio. Girar del pecado y confiar en Cristo para salvación no es un evento inicial de una sola vez; es la esencia de la vida cristiana. Este es un mensaje que la Iglesia necesita recuperar. Y así, sigo girando y enseño a otros a girar también.

Gavin Peacock es un pastor de misiones en la Iglesia Calvary Grace en Alberta y coautor de The Grand Design: Male and Female He Created Them.

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