Piedras Vivas

Por Ken Mitchell

La guía de turistas se presentó en la entrada de las Cavernas de Linville e inmediatamente nos advirtió acerca de no tocar ninguna de las piedras dentro del lugar. Ella explicó que esas eran piedras vivas y que el ácido producido por el contacto humano podía hacer que ellas dejaran de crecer.

Era un sábado por la tarde, Janet, nuestros dos nietos y yo estábamos en nuestra excursión anual. Este año habíamos visitado minas de piedras preciosas y ahora estábamos a punto de explorar el interior de la montaña de Linville en Carolina del Norte. Me pareció interesante la advertencia, pero el concepto de piedras vivas no captó por completo mi atención hasta la mañana del siguiente martes cuando leí 1 Pedro 2. Mientras leía los versículos 4 y 5 recordé nuestro viaje del sábado. “Acercándoos a Él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”

Me di cuenta que, si soy una piedra viva, debo saber lo que una piedra viva es.

El Espíritu Santo me llevó de regreso a la guía de turistas. Ella había indicado que las piedras estaban vivas porque estaban creciendo. Cuando el agua mineral fluye sobre las piedras, deposita sobre ellas minerales adicionales. Estos depósitos adicionales provocan un crecimiento lento. Creo que ella dijo que crecían aproximadamente 1 pulgada cúbica cada 100 años. Por supuesto que es un crecimiento lento, pero es crecimiento. Ella definió las “piedras vivas” como “piedras crecientes.”

También nosotros debemos ser piedras crecientes si queremos encajar en la definición de piedras vivas en 1 Pedro 2:5.

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Las piedras en las Cavernas de Linville son alimentadas por el flujo constante de agua mineral. Yo me pregunté a mí mismo, ¿cómo puedo alimentarme para crecer y ser una piedra viva?

Encontré la respuesta en el versículo 2: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” Recordé a Elizabeth, nuestra nieta de 7 meses de edad. Cuando ella desea leche, todos a su alrededor lo saben. Ella no se tranquiliza hasta que su hambre es satisfecha. ¿Qué pasaría si solo alimentamos a Elizabeth una vez a la semana los domingos por la mañana? O tres veces a la semana: ¿domingo por la mañana, domingo por la tarde, y miércoles por la tarde? Obviamente esto no funcionaría. Primero, ella no nos dejaría en paz expresando su deseo por tomar leche, y en segundo lugar, ella no crecería.

¿Mi deseo por “la leche espiritual no adulterada” es tan fuerte como el deseo de Elizabeth por leche para su estómago? ¿Mi alma ruega por ser alimentada? Esto es un reto para mí. Elizabeth no se puede alimentar a ella misma ni puede controlar sus horarios de alimentación, pero yo sí puedo. Como un adulto maduro, alimento mi cuerpo físico tres veces al día. ¿Cómo es qué puedo hacer menos por mi vida espiritual? Gracias a Señor por enseñarme cómo ser una “piedra viva.” Espero que otros lean esto y sean desafiados también, “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.”

Este artículo fue publicado originalmente en: Holiness Today

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