Sabiduría en la Contextualización: ¿Qué tan Lejos es Demasiado Lejos?

Por Ed Stetzer

¿Cómo te hace sentir la palabra “contextualización”? ¿Libre o preocupado?

La pregunta de los $64 millones de dólares sobre la innovación y el cambio es esta: ¿Qué tan lejos es demasiado lejos? No puedo pensar en ninguna otra pregunta en la iglesia que sea tan controversial como ésta. Hemos estado haciendo esta pregunta por dos mil años y parece que casi nunca estamos de acuerdo.

La mayoría de nuestras discusiones sobre estos asuntos se mueven alrededor de la contextualización. Debemos cambiar nuestra metodología para proclamar mejor el mensaje que no cambia a un mundo que está cambiando constantemente. Pero no todo cambio es bueno, incluso cuando se promueve bajo el disfraz de la contextualización.

Yo estoy a favor de la innovación. Pero debe ser utilizada como medio para contextualizar mejor el evangelio, no simplemente para su propio beneficio. Necesitamos evaluar dónde está esa línea, para que no la crucemos y perdamos la verdadera razón por la que Dios nos ha puesto aquí.

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Midiendo la contextualización

La contextualización se trata, evidentemente, del contexto. Caminar con “mi nariz alzada” puede significar que pienso que soy mejor que tú. O quizá significa que estoy intentando protegerte de mi hemorragia nasal. El contexto provee significado a tu interpretación.

La contextualización del evangelio comenzó en el momento en que Cristo llegó a enseñar a las sinagogas y a predicar las buenas noticias del reino (Mateo 4:23). Cristo presentó palabras y hechos a su audiencia en maneras que fueron significativas en su idioma y cultura.

El idioma fue el arameo. La cultura fue la judía (envuelta en un poco de la cultura romana y griega). La reacción de las multitudes, especialmente los líderes religiosos, deja en claro que las palabras y acciones de Cristo fueron significativas en su contexto cultural.

Cambiar para contextualizar no significa diluir el mensaje de las buenas noticias de Jesús. Lo opuesto es verdad. Contextualizar el evangelio significa remover los impedimentos culturales y lingüísticos en la presentación del evangelio, para que solo la ofensa de la cruz permanezca.

Pero cuando pensamos sobre los cambios y la contextualización hoy en día es fácil pensar que tú eres el único que tiene razón. Todos los de la izquierda han cambiado mucho y han perdido el evangelio. Todos los de la derecha son un montón de legalistas quienes no han cambiado lo suficiente como para tener una conversación con la cultura. Para vencer esta tentación, necesitamos establecer lo que no puede cambiar y buscar señales que nos indiquen si nuestros cambios han ido demasiado lejos.

Más arte que ciencia

Dios la diseñó para que el inalterable mensaje de Jesús pudiera encajar en los cambiantes “recipientes culturales” para alcanzar a la gente en el lugar donde están, y llevarlos al lugar donde necesitan ir. La contextualización es una habilidad que la iglesia misional en los Estados Unidos, así como los misioneros internacionales, deben aprender y usar.

La contextualización, sin embargo, es más una forma de arte que de ciencia. No existen líneas claras que proveen límites firmes y rápidos para cada idioma y cultura, especialmente en lo que tiene que ver con nuestra ortopraxis (la manera en la que vivimos el evangelio). Pero existen ciertas líneas del evangelio que no podemos cruzar.

¿Cuáles son las señales que nos indican que hemos cruzado líneas que no se debían cruzar? Si hemos perdido la clara proclamación del evangelio—la muerte de Jesús en la cruz por nuestro pecado y en nuestro lugar—o si minimizamos el arrepentimiento y perdón, pienso que hemos removido los obstáculos intencionales de la cruz. Eso sería una primera señal de advertencia.

Si enseñamos el mensaje en una manera que excluye o resta importancia a la Biblia, pienso que esa es una dificultad también. Si me encuentro minimizando el rol de Jesús en la salvación o en la necesidad de confesar a Jesús como Señor y Salvador, esa es otra bandera roja.

Lo que funciona hoy en día

Algunos segmentos de nuestras iglesias evangélicas han adoptado algunos cambios y están haciendo todo lo que pueden a través de publicidad, medios de comunicación, redes sociales, cafeterías, cines, música, las artes y otras espacios para tener una conversación significativa con el mundo. Algunos cristianos sienten que ceder cualquier terreno hacia lo que ellos perciben (a menudo con razón) como un compromiso con la cultura eventualmente cruzará la línea hacia un deslizamiento de herejía y pluralismo.

Obviamente, no creemos ser sincretistas con el mensaje del evangelio. Pero la contextualización significa que el cambio ocurrirá. Estaremos buscando nuevas maneras de traducir el evangelio que ayude a otros a comprender su mensaje. Esto no es acomodar la cultura; es construir relaciones significativas con personas y hablar con ellas acerca del evangelio (en términos del evangelio) en maneras que tienen sentido para ellos.

Entonces, ¿cuándo sabemos que un cambio ha ido demasiado lejos? Cuando el evangelio no se ve o no suena como las buenas noticias y Jesús no se ve ni suena como el Jesús encontrado en las páginas de la Escritura. Pero si los pies de aquellos que traen el evangelio son hermosos sobre los montes es, por lo menos en parte, porque aquellos que escucharon el evangelio son capaces de entender de forma significativa la persona y la obra maravillosa de Jesús. Los pies pueden seguir siendo hermosos incluso después de cambiar de zapatos.

Este artículo fue publicado originalmente en: Christianity Today.

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