Por: Gary Faucett
¿A cuántos de ustedes les resultó difícil el año 2020? Si no lo fue, debes tomarte el pulso. No podemos subestimar lo difícil que fue este año. El COVID interrumpió nuestras vidas, de muchas maneras cambió nuestras vidas, posiblemente para siempre.
Ha sido un año desafiante.
Ha sido un año agotador.
Y luego, en medio de la pandemia, escuchas a un pastor o misionero decir: «Cuenta tus bendiciones, nómbralas una por una, cuenta tus muchas bendiciones y mira lo que Dios ha hecho.» O posiblemente dijeron: «Sé que ha sido un año difícil, ¡pero centrémonos en las cosas positivas y en un mañana más brillante!» Posiblemente eran lo suficientemente valientes como para decir: “¡Regocíjate! Que tu dulzura sea evidente para todos. No te preocupes por las cosas, simplemente continúa orando y ten un corazón agradecido».
Y tal vez cuando escuchaste tales consejos, tu sangre comenzó a hervir mientras pensabas: «¡¿Cómo puede decir regocíjate en un momento como este? ¿¡Está loco!?»
Quizás esos líderes descubrieron el mismo secreto que descubrió el apóstol Pablo cuando estaba escribiendo a los filipenses: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (4:4-7).
¿Puedes imaginar estar escribiendo esto mientras estás en prisión? No una prisión de Estados Unidos del siglo XXI, sino una prisión de mazmorras fea y sucia. El apóstol Pablo puede relacionarse con el año que muchos de nosotros hemos tenido. Él mismo está en medio de grandes problemas mientras escribe a los filipenses y dice: «¡Regocíjense!» y enfatiza otra vez: “De nuevo digo, ¡Regocíjate!” Sin duda, ¡Pablo tenía gozo en medio de sus problemas!
Pablo continúa escribiendo: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (4:11-13).
Ese día, en esa prisión, Pablo nos dijo cómo podemos ser felices y contentos en cada situación…¡todo lo podemos a través de Cristo que nos fortalece!
Las circunstancias controlan la felicidad de la mayoría de las personas – aún los cristianos. Su felicidad es condicional. Pero el verdadero gozo y felicidad no provienen de las circunstancias, ¡vienen porque podemos hacer todas las cosas a través de Cristo que nos fortalece! Si no hay Cristo en tu vida, no hay felicidad ni paz.
En nuestra próxima entrada, mostraremos cómo Cristo nos trae alegría verdadera a pesar de las circunstancias.
*Gary Faucett, junto a su esposa Naomi, se ha jubilado y sirve voluntariamente como el Facilitador del Cuidado de Misioneros para Mesoamérica Génesis.