Por: Scott Armstrong
Ha sido difícil orar recientemente.
Si eres como yo, me han consumido las noticias provenientes de Rusia y Ucrania. Mis sentimientos van desde la conmoción hasta el dolor y la ira. Todos los días reviso las actualizaciones de nuestros amigos y compañeros cristianos en Ucrania y les envío palabras de aliento.* Están abrumados, pero firmes.
Me vuelvo a la oración, pero mis oraciones parecen muy pequeñas. Interceder para que se detenga la guerra y para que un dictador detenga su locura parece especialmente audaz, y francamente ineficaz, a medida que las cosas empeoran cada vez más.
Si tan solo existiera un manual de oraciones para un tiempo como este, un libro que pudiera darnos palabras cuando no las tenemos.
Mientras disfrutaba de mi tiempo devocional la semana pasada, el foco se prendió en mi densa cabeza: SALMOS es ese libro. Los 150 salmos escritos por varios autores se cantaban muchas veces, pero casi siempre se oraban. Algunos son privados, y otros son colectivos. Gozo y alabanza brotan de algunos, y lamento y desesperación pesan sobre otros. Aunque toda la Biblia informa y transforma nuestra vida de oración, Salmos es el único libro que nos brinda la gama más amplia de la condición y expresión humanas, todo en el contexto de la comunión con Dios.
El Salmo 70 es el que más oro hoy en día mientras busco palabras para expresar lo que siento y deseo con respecto a la guerra.
“Oh Dios, acude a librarme;
Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.” (Ver. 1)
La oración de la madre abrazando a sus hijos en un refugio antibombas, mientras las explosiones laten en la noche.
“Sean avergonzados y confundidos
Los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados
Los que mi mal desean.
3 Sean vueltos atrás, en pago de su afrenta hecha,
Los que dicen: ¡Ah! ¡Ah!” (Ver. 2-3)
¡Señor, te pedimos que Putin y cualquier líder empeñado en la violencia sea avergonzado y confundido! ¡Que se vuelvan en desgracia!
“Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,
Y digan siempre los que aman tu salvación:
Engrandecido sea Dios.” (Ver. 4)
El resto del mundo se ha asombrado por la fe y la resiliencia de los cristianos ucranianos que cantan canciones de adoración en el metro y otros celebran la comunión en los campos de refugiados. En medio de una devastación inimaginable, continúan buscando el rostro de Dios. Siguen regocijándose y proclamando que “¡el Señor es grande!”
“Yo estoy afligido y menesteroso;
Apresúrate a mí, oh Dios.
Ayuda mía y mi libertador eres tú;
Oh Jehová, no te detengas.” (Ver.5)
Hacemos eco de las palabras de los escritores del Nuevo Testamento y decimos, ¡Maranatha! En nombre de nuestros hermanos y hermanas perseguidos, te pedimos que vengas pronto, Señor Jesús. ¡Ayuda! ¡Libra! ¡Y no te demores!
Es como si las palabras estuvieran escritas para este tiempo. En los cinco versículos del Salmo 70 hemos orado por los que sufren y contra los opresores. ¡Hemos expresado angustia y, sin embargo, también alabanza! Hemos entrado en la sala del trono de Dios con la urgencia de un hijo o una hija desesperados, ¡y eso es lo que somos!
Al día siguiente leí el siguiente salmo, el Salmo 71, en mi devocional. No debería haberme sorprendido, pero lo estaba. ¿Otro salmo que parece perfectamente escrito para nuestra situación actual? ¡¿Cómo puede ser?!
Cuando anhelamos orar pero no tenemos las palabras, volvamos al libro que expresa nuestras emociones más íntimas más bellamente que nunca. Salmos contiene las oraciones de los ucranianos y rusos. Los salmos también pueden ser nuestro libro de oraciones.
*La última entrada que publiqué fue el testimonio de uno de nuestros pastores nazarenos que está ayudando a las familias en los búnkeres y a los que huyen del país.
Gracias por la reflexión!
Excelente reflexión. La verdad es que los salmos son un óasis en un árido desierto.