Por: David Armando García
Me enteré del viaje misionero “Manos a la Obra” porque un amigo de República Dominicana me hizo la invitación. No esperaba ir debido a que los vuelos desde Guatemala estaban demasiado caros, pero dejé todo en las manos de Dios por medio de la oración. Fue impresionante cómo Dios obró hasta el punto de alinear el precio del vuelo, los horarios de vacaciones de la universidad (exámenes, proyectos), y sobre todo el apoyo de mi iglesia local. Decidí asistir (era la primera vez que viajaba solo) y estar del 17 al 26 de junio en R.D.
Cansado y hambriento, solo esperaba dormir un poco durante el vuelo. Resultó que en el asiento junto a mi iba un señor mayor, quien me llamó la atención porque de su maleta sacó una Biblia. Al despegar el avión pude ver cómo agarraba con fuerza su Biblia, decidí entonces hablarle. Él pensó que yo tenía miedo, así que durante la conversación me citó Jeremías 33:3: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Sin duda, esa palabra se cumplió durante la misión.
Estuve un tiempo con la que yo considero ahora mi segunda familia en Bayaguana, R.D. Después llegamos a la misión donde conocí a muchas personas de Pennsylvania, Kansas, y a otros dominicanos. Al principio me sentí un poco vulnerable y frustrado porque no sabía inglés y me era imposible entablar una conversación con el equipo de Trabajo y Testimonio. Sin duda en los planes de Dios no estaba rendirnos, por medio de la oración le pedí al Señor que me permitiera trabajar sin ningún inconveniente con ellos. Llegamos al proyecto en la Iglesia del Nazareno Alcarrizos I, donde nos separaron por equipos y me tocó colaborar con personas que ahora considero muy buenos amigos con las que pude conectar de una manera maravillosa. Fuimos el equipo de electricidad, y además de aprender un poco, el gran desafío para mí fue enseñar a los niños. Al final logramos completar el objetivo juntos. Sin duda Dios nos brindó todo tipo de circunstancias y dificultades para unirnos como equipo de trabajo y espero en un futuro volver a verlos.
Realmente el proyecto me llenó mucho, fue una respuesta a varias oraciones que llevaba haciendo durante un tiempo, y me alegra saber que nosotros también fuimos de bendición para esa iglesia. Aprendí mucho de ellos, su testimonio fue fuente de inspiración para mí y para mi iglesia local, pues tenemos dificultades con la comunidad en la que vivo, ya que muchos niños necesitan ayuda. Algunos de ellos dejaron de asistir porque se mudaron, otros porque la economía de la familia es tan baja que ellos tienen que trabajar, algunos otros tienen problemas familiares que los limitan para ir a la iglesia.
No solo pude llevar lo poco que sé para el proyecto en Rep. Dom., sino que también pude traer a mi iglesia lo mucho que aprendí de ellos y del proyecto. Eso me hizo darme cuenta que quizás somos pequeños, pero igual de valiosos que otros, porque somos uno solo en Cristo y creo que esos momentos difíciles realmente son un escalón más para alcanzar a más hombres, mujeres y niños. Con todo eso en mente, solo me queda decir: “¡Manos a la Obra!”
Definitivamente una gran bendición, yo también tuve la oportunidad de estar ahí en la última fecha, lo volvería hacer .