Por: Eddie Estep
Un grato recuerdo de mis primeros años es el canto de los santos en la iglesia a la que asistía nuestra familia. Cuando aprendí a leer música, tanto palabras como notas, los himnos de la iglesia cobraron vida. Una de las canciones que más le gustaba cantar a la congregación era “Mi alma está bien”. Santos con nombres como Batson, Duncan, Crane, Stewart, Hawkins, VanCamp y Ward levantarían sus voces, cantando con corazones llenos de seguridad. No era raro que el canto de tales canciones resultara en testimonios espontáneos de la gracia de Dios.
¿Cómo sabes que estás enteramente santificado? O, para el caso, ¿cómo sabes que eres salvo? ¿Cómo sabes que tu alma está bien?
El Testimonio del Espíritu, comúnmente conocido como la doctrina de la seguridad, es una de las contribuciones más distintivas de Wesley. Él lo describe como la impresión directa del Espíritu de Dios en su alma, la certeza de ser aceptado y amado por Dios.
Hechos 15:8-9 es el pasaje más significativo sobre el Testimonio del Espíritu: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros”. El autor de Hebreos también hace una fuerte declaración con respecto a la seguridad: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo”. (Hebreos 10:14-15). Los numerosos “sabemos” en 1 Juan también son útiles, especialmente donde leemos: “Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. (3:24).
Esta es la doctrina de la seguridad: sabemos que sabemos que sabemos.
El Manual de la Iglesia del Nazareno se dirige al Testimonio del Espíritu en varios lugares:
9.3. Creemos que la justificación, la regeneración y la adopción de los que buscan a Dios son experiencias simultáneas [obtenidas bajo la condición] recibidas por fe, precedidas por el arrepentimiento, y el Espíritu Santo da testimonio de estas obras y estado de gracia.
10. La entera santificación es provista por la sangre de Jesús, efectuada instantáneamente por la gracia mediante la fe y precedida por la entera consagración. El Espíritu Santo da testimonio de esta obra y estado de gracia.
20.7. Que el Espíritu Santo da testimonio del nuevo nacimiento y también de la entera santificación de los creyentes.
925. La Iglesia del Nazareno cree que el Espíritu Santo da testimonio del nuevo nacimiento y de la obra subsecuente de limpieza del corazón o entera santificación, al ser llenos de Él.
Dios nos asegurará que se ha realizado la obra más profunda de la entera santificación. Así como el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, el Espíritu también nos asegura que Dios ha purificado nuestro corazón. Cuando los creyentes se entregan completamente a Dios y por la fe reciben la gracia de la entera santificación, el Espíritu Santo da testimonio directo de que la obra de la gracia se ha realizado. Wesley enseñó que además del testimonio directo del Espíritu a nuestros propios corazones, existe un testimonio indirecto del “fruto” de nuestra vida. Pero el testimonio directo es primordial. Cuando tu corazón se ha transformado, nadie lo sabe mejor que tú.
¿Tienes esa seguridad, esa certeza absoluta? ¡Puedes tenerla! Tal seguridad conduce a la paz del corazón y de la mente que sobrepasa todo entendimiento.
¡Pero es real, es real! ¡Oh, sé que es real!
¡Alabado sea Dios, las dudas se resuelven, porque sé, sé que es real!
(Estribillo de «It’s Real». Palabras de Homer L. Cox)
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