Mi nombre es Crisnery Domínguez. Tuve la bendición de participar en mi primera Máxima Misión el pasado 25, 26 y 27 de Febrero en el Distrito Sur de la República Dominicana.
Una de mis experiencias más impactantes fue en el momento del evangelismo casa por casa. Me encontré con una mujer, pero cuando me acerqué a predicarle, me dijo que no tenía tiempo y que debía limpiar su casa y atender a su madre que tiene cáncer. Por lo tanto, no estaba dispuesta a escucharme. Entonces le dije que volvería al día siguiente para ayudarle.
Al otro día decidí visitarlas y, desde que entramos junto a mis compañeros Ruth y Josué, sentíamos un espíritu inmundo en la casa de la señora. Su madre Alberta estaba postrada en cama. Cuando se dio cuenta que nosotros estábamos en su casa, comenzó a quejarse provocando ruidos extraños. Al ver la situación, inicié a orar. Pero el espíritu inmundo que posaba en ella no permitía que nosotros predicáramos el evangelio.
Sin saber qué más hacer, seguíamos orando. Gradualmente nos dimos cuenta de que mientras más orábamos ese espíritu se callaba.
Finalmente, la mujer guardó silencio y gracias al Señor y su misericordia pudimos compartir el evangelio del Señor Jesucristo. Al final ella quedó quebrantada en llantos por la presencia y respaldo del Espíritu Santo mientras orábamos. A pesar de todas las distracciones e interrupciones que el enemigo puso, logramos llevar un mensaje de amor y paz a ese hogar.
Me siento muy gozosa y con un sentir de satisfacción. El enemigo puso muchos obstáculos para que no asistiéramos a ese hogar. Y aun así el Señor nos llevó, y estoy confiada que él le habló a esa mujer.
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