Por: Ed Stetzer / Trad. por: Ariadna Romero

Esto significa que nos aferramos a la verdad inmutable de Dios, respetando los enfoques para conducirnos bíblicamente en las misiones del pasado, al mismo tiempo que se evalúa lo que debe ser hecho en estas nuevas culturas y contextos con la misma verdad en las directivas dadas por Dios.
Allen Tippet lo explicaría de la siguiente manera en 1969:
Cuando la gente de una comunidad indigenista piensa que en el Señor como suyo, no como un Cristo extranjero; cuando ellos hacen cosas como para el Señor, conociendo las necesidades culturales alrededor de ellos, adorando en patrones que ellos entienden; cuando sus congregaciones funcionan en participación en un cuerpo que es estructuralmente indigenista; entonces tienes una iglesia indigenista.
Así que por un lado, esto no deja espacio para esnobismos cronológicos que crean que: “Todos los que estuvieron antes de mí, que utilizaron las técnicas ahora recopiladas, eran idiotas”. Por 2 mil años Dios ha usado muchas expresiones diferentes en diferentes tiempos para alcanzar a la gente con Su verdad inmutable.
Por otro lado, eso nos desmotiva para llamar sagrados a los viejos métodos. Debemos ser cuidadosos y no creer que podemos intentar ir a una era en particular e implementar las técnicas que funcionaron en el pasado, esperando los mismos resultados hoy en día. En la Escuela Dominical de 1950, las campañas de inscripción a través de los ministros de autobuses fueron herramientas maravillosas que Dios usó.
Sin embargo, la razón por la cual no hay iglesias que tengan autobuses hoy día, es porque los ministros de autobuses, como herramienta, no se han adaptado al medio cultural en el que nos encontramos actualmente. Debería ser obvio para este momento pero aún seguimos perdiendo de vista la idea principal. No necesitamos iglesias que repartan galletas, que sean idénticas en todas sus formas de ministerios, sino que necesitamos iglesias que lleven el sello universal del evangelio, la imagen de Jesús, la belleza de la santidad, y la misión que le ha sido dada por Dios en su contexto particular y único.
Recientemente estuve hablando con un pastor que plantó una iglesia en un distrito artístico de Mississippi. Cuando le pregunté cuales habían sido algunas de sus más grandes dificultades, señaló el hecho de que, culturalmente hablando, en Mississippi (al menos entre Anglos) volverse cristiano significa que uno se vuelve republicano. Situaciones como esas llevan a la gente a pensar que entienden perfectamente lo que es seguir a Cristo y continúan rechazándolo por las razones equivocadas.
Esta es solo una de las razones por las que debemos remover todas las barreras culturales que podamos, para que los hombres y mujeres puedan ser confrontados honestamente con la cruda realidad de una cruz ensangrentada y una tumba vacía. Siempre habrá piedras de tropiezo rumbo a la cruz (y siempre debemos buscar quitarlas) pero una iglesia indigenista busca quitar las barreras innecesarias a lo largo del camino. Si no es así, nos volvemos, citando el libro de Dean Gilliland, The Word Among Us (La Palabra En medio de Nosotros) “Están tan atados a las formas convencionales de practicar y enseñar la fe que les encubren la verdad y el poder a aquellos que están intentando ver a través de ojos muy diferentes”.
Entonces encontramos iglesias con un delicado balance entre la necesidad del estilo “Volver al Futuro” en ciertos enfoques sin conceder las Verdades del Evangelio que no siempre son bien recibidas. Sin embargo, las iglesias indigenistas necesitan echar raíces. Necesitamos la fidelidad bíblica de las iglesias koreanas, si es que estamos trabajando en una comunidad koreana. Necesitamos iglesias con fidelidad bíblica post moderna si es que estamos en una comunidad post modernista (o en comunidades post post modernistas).
Y así pudiera continuar.
Necesitamos Iglesias que sean bíblicamente fieles, comunidades contraculturales que reflejen su entorno donde sea apropiado. Cuando las iglesias tienen la marca de ser iglesias bíblicas y simultáneamente se vuelven indigenistas en suelo sano, Dios es glorificado y la misión de Dios avanza.
Publicado originalmente en: http://www.christianitytoday.com/edstetzer/2010/august/calling-for-contextualization-part-5-indigenization.html
Como latinoamericana y como descendiente de indígenas no puedo dejar de notar que en nuestra historia, el cristianismo llegó de la mano de la colonización, la destrucción de la cohesión social existente en las comunidades y mucha pobreza. Debemos pensar en un mensaje en el que Dios fortalezca a los pueblos, porque los ama.
Gracias, Gladys, por tu comentario. Tienes razón en muchas cosas. El evangelio trae cambios a una cultura – ¡cambios maravillosos, por supuesto! A la vez no queremos que la cultura visitante en si imponga sus propias costumbres y tradiciones a la cultura anfitrión.