Por: Dr. Luis Carlos Sáenz y Karen Cruz
Hace algunas semanas, la MNI (Misiones Nazarenas Internacionales) de la Región Mesoamérica produjo y transmitió una serie de mensajes y talleres de varios líderes globales y regionales. El propósito y la esperanza es que esos videos fomenten una conversación en nuestras iglesias y nos equipen para la misión actual. Después de mirar cada video, una joven nazarena de la Ciudad de México, Karen Cruz, ha escrito varias reflexiones sobre los temas. Hoy Karen nos comparte sus pensamientos sobre “La Oración y Las Misiones en Tiempo de Crisis”, video compartido por nuestro Director Regional, Dr. Luis Carlos Sáenz.
Si deseas ver el video completo, haz click aquí.
En la actualidad vivimos tiempos complicados en los cuales muchas veces pasamos por dificultades y desesperación. Aun dentro de la iglesia, conociendo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, olvidamos el sacrificio y la gracia que ha tenido para cada uno de nosotros.
Como seguidores de Cristo, con frecuencia ignoramos, o tal vez menospreciamos el vínculo que nos acerca a Dios. Es la oración la que nos ayuda a comunicarnos directamente con el Padre, creando un vínculo único en su presencia. A través de ella reconocemos que necesitamos a Dios en nuestras vidas, es un lugar seguro en el cual recibimos autoridad, poder, y fortaleza para cumplir el propósito que Él nos ha encomendado. Reconocemos que somos personas débiles, que nuestras fuerzas no son suficientes para la tarea que Él tiene para nosotros. John Wesley dijo: “Dios hace todo a través de la oración y nada sin ella”.
Como Iglesia del Nazareno, debemos ser sensibles a las necesidades que existan a nuestro alrededor, intercediendo siempre en oración. Está escrito que, a través de ella, Él nos da autoridad y poder para pedir en favor de aquellos que lo necesitan, los que aún no son alcanzados para salvación, y por todas aquellas personas que no le conocen.
Conocemos la situación mundial en la que vivimos y algunas situaciones que vive cada país en específico. Son tiempos difíciles en los cuales debemos innovar para afrontar las circunstancias, y la mejor aliada que podemos tener es la oración. Debemos orar por el fruto que será sembrado y recogido a través del mensaje de salvación. Recordemos la parábola del sembrador, podemos ser esa semilla que dio fruto. Como Iglesia nuestras oraciones deben estar llenas de ambiciones bíblicas, honestidad y humildad, como cristianos debemos reflejar la vida de Jesucristo en nuestro comportamiento diario.
La Iglesia del Nazareno sabe y reconoce que la oración cambia nuestro estilo de vida; la intercesión cambia la vida de las personas de una manera especial, y nos ayuda a entender como cumplir nuestra misión.
Cuando vivimos vidas empapadas de la oración, añoramos llevar el mensaje de salvación a todas las naciones, haciendo discípulos que hagan discípulos, entendemos que cada ser humano es tierra fértil y puede dar fruto en abundancia. La oración siembra, y nos impulsa a continuar sembrando la semilla en cada corazón de aquellos que necesitan escuchar y recibir el evangelio.
Además, será fundamental que nosotros, como parte del cuerpo de Cristo, nos mantengamos en oración constante, intercediendo por nuestros líderes, misioneros, pastores, servidores y todos aquellos que se encuentren involucrados en expandir el reino de Dios. La oración es un arma primordial en la batalla de la fe, en ella fortaleceremos nuestra relación con el Padre y recibiremos bendición y poder de nuestro Dios (Lucas 11:5-17).
Deja una respuesta