Dinamita Espiritual

Como hemos escrito antes en este blog, si hablamos de la Gran Comisión sin hablar del poder y presencia del Señor que nos la dio, ¡estamos equivocados! Y ¿quién da este poder y quién es esta presencia? Por supuesto, la tercera Persona de la Trinidad: el Espíritu Santo.

Sin duda es la mejor persona con la que podemos trabajar, porque su trabajo es convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio, guiar a los creyentes a toda la verdad y glorificar a Jesucristo.

El Espíritu nos revela la condición de nuestra vida presente, nos muestra cómo es la vida lejos de Dios. Es decir, nos muestra y “convence” que es mejor la vida con Dios que sin Él.

En Hechos 1:8, Jesucristo dice que recibiremos poder cuando haya venido sobre nosotros el Espíritu Santo. Esta palabra “poder” viene del griego “dunamis”, que es la raíz etimológica de la palabra “dinamita”. La dinamita que conocemos actualmente está compuesta de dos ingredientes, nitroglicerina y dióxido de silicio. Estos dos ingredientes por separados pueden causar una explosión pero jamás tan potente como cuando son mezclados para formar la dinamita.

¿No suena esto lindo y aplicable a nuestra vida? ¡Necesitamos al Espíritu Santo porque juntos podemos hacer una explosión! Por supuesto al referirnos a esta dinamita espiritual, pensamos en el cambio transformador en nuestra vida, iglesia, comunidad, ciudad, etc. ¡Pero lo poderoso es que además resulta tan explosiva la mezcla del Espíritu Santo en nuestras vidas, que podemos vivir en santidad para cumplir con la misión que nos dejó Jesucristo!

«Porque nuestro evangelio les llegó no sólo con palabras sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción» (1 Tes. 1:5).

«¡Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá!» (Hechos 17:6)

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